«La Cenicienta»: Un clásico que vive en nuestro imaginario colectivo
La Cenicienta es de aquellos clásicos cuentos que todos conocemos de una u otra forma, que pasan de generación en generación y que vive en nuestro imaginario colectivo. Como todos los cuentos de hadas, no es solo una historia para niños, sino también lo es para adultos, ya que incentiva la creatividad y aborda nuestra ingenuidad para vencer nuestros miedos originales, por eso el final “vivieron felices para siempre” puede volveré aterrador y hasta trágico.
En esta versión contemporánea del escritor y director francés Joël Pommerat se abordan temas como la violencia en las relaciones, la culpa, los celos, la relación con la muerte, la resignación y la ambición, entre otros.
Esta cenicienta, dirigida por Gilbert Rouviére es un espectáculo visual como un sueño: “De esos sueños brumosos y oscuros atravesados por la velocidad donde el tiempo puede expandirse y contraerse. Un sueño que se parece tanto a la vida cotidiana que puede llegar a ser perturbador. Un hiperrealismo onírico”, expresa el afamado director sobre su propuesta.
Justo antes de morir, la madre de una jovencísima muchacha (La Cenicienta) intenta hablar con ella, pero sus palabras son poco articuladas como para dejarse entender. La gran imaginación de la muchacha inventa una promesa que debe cumplir: durante el resto de su vida no debe dejar de pensar en su madre o sí no, ella morirá para siempre.
Este malentendido llevará a la jovencísima muchacha a extremos en su comportamiento, a restarse valor y a un gran sufrimiento; más aún cuando tenga que enfrentarse a la maliciosa estupidez de la nueva esposa de su padre. Afortunadamente, un hada inmortal acude en su ayuda y tras su encuentro con un príncipe, también huérfano, podrá finalmente aprender de sus errores.
Una versión más adulta y oscura, pero reflexiva y necesaria, donde Tania López Bravo, es una Cenicienta que no cree ni en ella misma; Manuel Gold le da luz y vida como el hada madrina y el príncipe a esta onírica versión. Mientras Miguel Iza es un padre cobarde – dominado, y Ebelin Ortíz, compone el arquetipo de madrastra a que todos le tenemos miedo. Por su parte, Amaranta Kun y Lilian Schiappa-Pietra sorprenden como las hermanastras. Y finalmente Sergio Llusera brilla como el rey más cool de todos.
Por eso y mucho más motivos, es disfrutable ir a ver La Cenicienta. Ya va en sus dos últimas funciones: este sábado 17 de diciembre a las 8:30 p. m. y el domingo 18 a las 7:00 p. m. en el Teatro de la Universidad del Pacífico – Jr. Luis Sánchez Cerro 2121, Jesús María.
Deja un comentario: