De psicópatas a payasos

De psicópatas a payasos

Escribe: Giovanni Muschi |

Aparte de Pennywise, el siniestro payaso de la película It (2017) ¿Qué otros payasos del género de terror hemos visto? Endemoniados, poseídos, monstruos o fantasmas, pero que pasaría si esos personajes están siendo representados por enfermos mentales. Esa es la temática de esta película «Clownhouse» o «Casa de Payasos» (1989) que no es tan conocida.

El productor Francis Ford Coppola, ganador del Óscar y director de la trilogía El Padrino, tuvo que ver con esta producción, él quedó impresionado con el primer trabajo (cortometraje) del director Victor Salva, que más adelante escribiría y dirigiría la trilogía de Jeepers Creepers. Coppola le dio un apoyo a Salva en su primera película de larga duración.

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Brian McHugh, Sam Rockwell y Nathan Forrest Winters, interpretando a los hermanos Geofrey, Randy y Casey

El film se centra en un niño llamado Casey (interpretado por Nathan Forrest Winters) de 12 años, que sufre de coulrofobia (miedo a los payasos), por lo que tiene la mala suerte de acompañar a sus hermanos mayores Geofrey (Brian McHugh) y Randy (Sam Rockwell, ganador del Oscar a Mejor Actor Secundario por la película, «Tres Anuncios por un Crimen» (2017)) al circo que ha llegado al pueblo, durante ese momento, tres enfermos mentales escapan de un hospital psiquiátrico. Cuando finaliza la función circense, los tres psicópatas asesinan a los payasos del circo y toman sus identidades para luego accidentalmente toparse con la casa de los hermanos Randy, Geofrey y Casey que se encuentran solos durante la ausencia de sus padres. Ahora Casey se enfrentará cara a cara con su peor pesadilla.

La película se estrenó en formato casero (VHS) en 1989 (Un año antes del estreno de la primera adaptación de «It» para la televisión, con la actuación del actor Tim Curry). Quizás sea desconocida por muchos, pero obligatoriamente tiene que estar en la lista de las obras maestras del género de terror.

Cuando se comenta sobre payasos terroríficos en el cine, primero nos viene a la cabeza el gran Pennywise. Si bien se sabe, la versión televisiva «It» (1990), ha ocasionado que niños y adolescentes tuvieran miedo a los payasos, e incluso esos personajes fueron vistos como los más amedrentadores de los años 90, como se vio en las caricaturas e incluso series, por ejemplo, en algunos capítulos de «¿Le temas a la Oscuridad?».

Les confieso algo, la primera vez que vi «It», no sentí mucho miedo por sus acciones, sino por su apariencia. Si algo me llevó a aterrarme con los payasos (Lo admito, de pequeño me daban miedo), fue por los tres enfermos mentales disfrazados de payasos de esta película: Casa de Payasos (1989). Pónganse en mi lugar, ¿Qué es un payaso y que es un enfermo mental? ¿Y si los mezclamos cual sería el resultado? ¿Los enfermos mentales y los payasos no son reales? Eso me llevó a dar miedo, ver a un payaso por la calle o en una fiesta infantil y sospechar que detrás de ese traje se esconde un psicópata.

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El actor Michael Jerome West “Tree” interpretando al psicópata Cheezo.

La película tiene una historia sencilla y momentos originales en donde rompe los clichés más usados del género de terror, durante los años 80. Su estilo fotográfico encaja a la perfección ante las situaciones y emociones que expresan las escenas y los personajes, hay dos escenas que me parecieron inadecuadas durante la historia que ambas son cuando los niños se están cambiando de ropa y otro cuando se están duchando ¿Era necesario grabar eso? Para mí no.

Hay momentos dramáticos bien desarrollados y bien colocados ante las situaciones que uno no espera, sobre todo en algunos personajes. Se aprecia una pequeña innovación en la composición del lenguaje cinematográfico, hasta en lo más mínimo, y sobre todo experimentándolo con la iluminación o con el actor, pero si hay un elemento que destaca en toda la película es el sonido, representa la acción, los golpes y los objetos de una manera increíble y nos lleva a poner en el lugar del personaje, como si fuéramos nosotros que estuviéramos ahí.

Se diferencia de otras películas de terror, o sea, no se luce la sangre en este film. El director se centra más en el horror y la importancia de dar miedo, lo inesperado, cero clichés. Siempre los motivos de los antagonistas del género de terror han sido asesinar por adicción, por placer o por venganza, aquí no, como son enfermos mentales disfrazados de payasos, vemos sus acciones como diversión, o normal, en conclusión, como si asesinar fuera un divertido juego para ellos.

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Byron Weible actuando como el psicópata Bippo.

El terror del protagonista Casey se siente a cada momento de la película, esto lo lleva a pensar que los payasos son malvados y asesinos, cuando en realidad son gente mala o loca disfrazadas de ellos. Es curioso, ¿no? Siempre hemos visto personajes que nos han hecho reír, alegrar o salvarnos de una situación, pero, ¿La locura puede tomar su personalidad y hacernos creer que son lo peor y lo más temible del mundo? La idea de la película es tan inteligente y el guion es maravilloso, sobre todo el mensaje final que deja al espectador al terminar la película.

Sus increíbles efectos sonoros, su fotografía, su música tan desarrollada y, sobre todo, llevarme la sorpresa de que esta película fue el debut cinematográfico de Sam Rockwell.

La película no intenta mostrar cómo te presenta destruir un monstruo, desterrar a un espíritu, se trata del protagonista de enfrentar su mayor temor cara a cara y en ese instante es consciente de que su vida corre peligro ante eso ¿Ser asesinado por tus propios miedos? Esta película merece ser vista y estar en los catálogos del cine de terror de la historia, no contiene clichés y se realizó en una época donde siempre hacían lo mismo.

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