«Un maldito secreto»: No es todo lo que parece
Soy sincero cada vez que comento una puesta en escena, que en los últimos años, hace muchos, (antes de la pandemia) tengo la suerte de haber visto. Así, el tiempo, aparte de algunos estudios de crítica, las entrevistas, mis relaciones en el entorno de la producción y la actuación, me permiten tratar de ser objetivo, aunque todo ese rollo de la objetividad en el periodismo solo es teoría para la universidad, pero ese es otro tema.
Por eso, volviendo a lo que me dejó la obra «Un maldito secreto», escrita y dirigida por Aldo Miyashiro, puedo decir que fue una serie de extrañas sensaciones. Sí, aunque suene cómico y misterioso como se vende la obra y que por momentos trató de serlo, es verdad. He leído –en algunos casos con asombro- otros comentarios alabando al extremo está puesta y les juro que me he preguntado el por qué y yo mismo me he respondido (pero todas son mis conjeturas).
La obra no es mala, simplemente para mí la puesta en escena no fue buena. No es que no me haya gustado, después de todo, lo que se ve y escucha no te puede dejar indiferente. Y he ahí su punto fuerte. La dramaturgia de Miyashiro es buena y matiza a su estilo (que ya los conocemos por otras obras) problemáticas tan sociales, humanas y peruanas como la diferencia de clases, la discriminación por raza, sexo y religión, el racismo y la hipocresía, la violencia contra la mujer, el chisme, la cucufatería, entre otras.
Por momentos cómica. Para mí lo mejor fue la primera parte en la que se trató de hacer una cena de comedia absurda. Por momentos trágica, sobre todo el final digno de Shakespeare, que acaba con uno de los mejores personajes de la trama. Esta tragicomedia pudo ser mejor, pero se valora el intento de llevar a las grandes masas temas tan complejos como los mencionados anteriormente, que autores como Sófocles, Calderón de la Barca, Moliere o el mismo Shakespeare desarrollan de forma “más seria”.
En cuanto a las actuaciones. Hay tipos y tipos de actores y en Un maldito secreto los hay de todos (pero estos se deben a sus directores). Ximena Arroyo y David Carrillo (buenos momentos); Sylvia Majo y Reynaldo Arenas (muy intensos, “para gustos y colores…”); Gilberto Nué y Marcos Vicuña (los mejores de la obra); Erick Martínez (muy nervioso) y Mikael Miyashiro, (lo felicitamos por su debut en las tablas en un papel para valientes y le deseamos lo mejor).
“Un maldito secreto” se deja ver y engancha, no por nada los giros de la trama y la comedia invita al público, pero es cuando trata de ponerse seria que se vuelve pretenciosa (la parte de las confesiones de los secretos se hace muy larga y disminuye la tensión que generó los diálogos de los padres con sus hijos).
Valoramos y respetamos el trabajo de todos los involucrados en “Un maldito secreto” que como muchos luchan por salir de la crisis que dejó la pandemia a las artes escénicas.
Seguramente las dos funciones que restan, sábado 15 y domingo 16 a las 8 pm, ya deben estar llenas. Pero si la quieren ver, puede animarse a buscar entradas para el Nuevo Teatro Julieta -Pasaje Porta 132, Miraflores.
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